La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado el año 2020 como el Año Internacional de la Sanidad Vegetal (IYPH).
Con ello se reconoce la importancia de las plantas y su salud para la seguridad alimentaria, el suministro de materias primas, la biodiversidad y los diversos servicios que prestan los ecosistemas agrícolas, forestales, acuáticos y de otro tipo del planeta.
La sanidad vegetal se define como el marco en el que se establecen y aplican medidas para controlar los organismos nocivos a fin de evitar su propagación a nuevas zonas geográficas.
En los últimos años se ha intensificado el comercio internacional de material vegetal y semillas, lo que aumenta el riesgo de introducir organismos patógenos en nuevas zonas geográficas.
Ya hoy en día, en todo el mundo, las pérdidas de rendimiento causadas por las plagas y enfermedades de las plantas se estiman en un promedio del 21,5% en el trigo, el 30,0% en el arroz, el 22,6% en el maíz, el 17,2% en las patatas y el 21,4% en la soja.
Recordemos que sólo estos cultivos satisfacen actualmente la mitad de las necesidades calóricas mundiales. Por consiguiente, es evidente la necesidad de elaborar estrategias comunes para identificar, evaluar y mitigar esos riesgos mediante medidas fitosanitarias apropiadas.
En Europa, por ejemplo, desde el 14 de diciembre de 2019 es obligatorio el "pasaporte fitosanitario", que prevé un "nuevo régimen fitosanitario europeo para garantizar una aplicación más uniforme de las normas fitosanitarias en los distintos Estados miembros". A fin de proteger las diferentes zonas geográficas, se aplica la prevención para seguir garantizando el libre comercio de plantas.
La vigilancia, que actualmente es llevada a cabo por los órganos competentes, se realiza mediante métodos analíticos bien establecidos, que a veces ya no son apropiados en situaciones particulares como las emergencias.
En los últimos, se han puesto a disposición del mercado nuevas tecnologías y pruebas cada vez más eficaces, en sintonía con las nuevas necesidades de control de los organismos reguladores, que les impulsan a sustituir, en algunos casos, el uso de la técnica ELISA por técnicas BIOMOLECULARES.
Los kits propuestos en esta sección, desarrollados por nuestros investigadores, están destinados al control de patógenos de cuarentena y de patógenos que pueden tener repercusiones importantes en la calidad y cantidad de cultivos y productos importantes (por ejemplo, frutas de hueso, frutas pomáceas y vino).
Todas las pruebas, combinadas con la facilidad de uso, la rapidez y la fiabilidad, ayudan a los profesionales de la prevención, a los productores y a otras personas que participan en estos controles en la detección.